15 June 2012

Blancanieves vs Blancanieves: ¿Bollywood gamberro o tenebrismo reloaded?



Comparar y enfrentar dos revisiones de un cuento clásico tan aparentemente antagónicas, en principio, puede parecer injusto. La Blancanieves de Singh es alegre, colorista, paródica y bollywoodiana, mientras que la segunda y más reciente, resulta un cruce entre el tenebrismo gótico timburtoniano + El señor de los anillos + Crepúsculo + Matrix + Juego de tronos + Gladiator + La princesa Mononoke. Sin embargo, ambas versiones poseen los suficientes elementos en común como para mantener un pulso justo en sus respectivas “categorías”.



La Heroína dulce, fuerte y feminista

De la Blancanieves original ambas protagonistas han heredado su carácter dulce y generoso y su buen corazón, mientras que de los dosmiles y su agitadísimo y nada original coctel de influencias, se ha tomado el testigo de ilustres libertadores/vengadores, como Robin Hood, Juana de Arco o Máximo Décimo Meridio (¡ahí es ná!).
Las dos Blancanieves aprueban (bueno, una mucho más que otra) en su faceta como pajarillo dentro del cascarón o Perséfone. El problema, es que mientras Lily Collins resulta más o menos convincente al madurar y convertirse en ladrona-justiciera, no hay manera de creerse a Kristen “de Arco” Stewart, bajo una armadura, liderando a todo un pueblo ninguneado y oprimido contra la pérfida reina, tras un discurso cursiloide a lo William Wallace. Con otra actriz más creíble, tal vez esta segunda Blancanieves seguiría sin ser notable, pero hubiera ganado muchos enteros.




El Enamorado (y algo garrulo) héroe-antihéroe

Ningún maromo sale demasiado bien parado en estas modernas revisiones por muy bonachón que sea y muy apuesto y fornido que se nos presente. El cazador (Chris Hemsworth) es una mezcla entre el simpático y machomanil Thor que le ha hecho popular y un sucedáneo borrachuzo de Han Solo, pero tristemente, está paupérrimamente desarrollado y nos deja con ganas de más. Para colmo de males, el dios del trueno se disputa el cuore de Blancanieves, en plan Crepúsculo, con un tipo aún más soso y mustio que ella… ¡con lo que él ha sido!
Por otra parte, Armie Hammer se lleva la peor parte del pastel de gamberradas de Mirror, Mirror. Que resulte cómico ridiculizar al pomposo y arrogante principie y permitir que Blancanieves se saque sola las castañas del fuego, se agradece, pero humillar al personaje hasta convertirlo en un patán, le quita de un plumazo el erotismo animal hasta al hombre más sexy del mundo. Y, como todos sabemos, ninguna Blancanieves que valga se enamoraría de un garrulo…



La hermosa, pérfida y envidiosa Madrastra

En ambas versiones resulta obvio e indiscutible: la estrella que más brilla es la mala malosa malérrima. Sin embargo, vista en conjunto, por muy perversa y deslumbrante que resulte Charlize Theron en su papel de madrastra, el hecho de encabezar el cartel junto a su insulsa compañera, resulta todo un fallo de casting. Si querían a Theron para el papel, o bien tendrían que haber esperado unos añitos, cuando la actriz ya no se encontrase en la plenitud de su belleza, o bien tendrían que haber encontrado a una Snow White mucho más guapa que ella (y si algo nos demuestra Blancanieves y la leyenda del cazador, es que eso resulta poco probable).

En Mirror, Mirror la igualmente robaescenas Julia Roberts se muestra más gamberra, sarcástica y autoparódica que nunca. Como atractiva cuarenteña (que no cuarentona), tiene el físico perfecto para el papel de madrastra, mientras que, al mismo tiempo, es capaz de reírse saludablemente de los miedos e inseguridades que conlleva la pérdida de la belleza juvenil. Aunque el personaje de Theron mole más, en la desprejuiciada revisión Blancanievil de Singh, “la parte” de Roberts encaja perfectamente con el resto del “todo”.




Los granujas pero muy entrañables Enanos
No hay discusión posible. Este pulso lo gana Mirror, Mirror y con bastante diferencia. Los enanos tienen más protagonismo y su entrada resulta mucho más espectacular (inolvidable su “vestimenta de trabajo”). Además, tienen carisma, cada uno posee su momento de gloria y están mejor desarrollados, mientras que en la película de  Sanders, no sólo aparecen cuando ya los habíamos olvidado, sino que están desaprovechados y no resultan todo lo naturales que nos gustaría.
Y es que la comunidad de actores de talla pequeña debe estar echando chispas (y con razón) por la cutre y patética maniobra de enanizar digitalmente a actores de altura standard. ¿Es que no había suficientes actores enanos con talento en el mundo? (¿acaso Willow y Juego de tronos no nos han enseñado nada?) Sin despreciar la labor actoral de sus actores, ¿alguien puede creerse una Blancanieves en la que hasta los enanos son falsos?




El bosque oscuro/encantado 2.0
En esta categoría, salen mucho mejor parados Theron & Co. Mientras que el bosque bastante más nevado que oscuro de Mirror, Mirror resulta algo esquemático y parece sacado de un cuadro de Gustav Klimt, el bosque muyyyy oscuro de Snow White and the huntsman, a pesar de beber de todas las influencias que se han comentado anteriormente, tanto en sus confines tenebrosos como en los encantado-poético-idílico-ecologistas, resulta visual y estéticamente impecable. Y es que si algo no se le puede reprochar al film de Rupert Sanders es su poderío y fascinación visual.




La soseras love story
Lo único destacable del romance entre Collins y Hammer es el refrescante cambio de roles dentro del género: ella le rescata a él y ella se rescata, básicamente, a si misma. Por lo demás, resulta de lo más predecible y tontorrón y, lógicamente, no pasará a la historia. Sin embargo, posee la complejidad y sutilidad de una obra de Shakespeare comparado con el de Hemsworth y Stewart (que para más inri tienen una química nula). En una cinta en la que lo más importante parece ser la acción continua y sin respiro, no hay hueco para que las emociones se cuezan a fuego lento (¿y acaso no fue eso lo que aprendimos de la bella y la bestia?). Es como si: escena 1) pongo el cazo en el fuego. Escena 2) ya están listas las lentejas. ¿Qué pasa con el proceso? ¿Es que no podían haber compartido, al menos, una triste charla trascendente por el bosque, un baile agarrao o una discusión acalorada tipo tensión-sexual-no-resuelta?




El mirror, mirror on the wall who’s the fairest of them all

En lo referente al objeto más mágico y mítico del cuento, ambas versiones han echado mano del ingenio, lo cual se agradece. Será que sabían que parte del éxito de renovar un clásico dependía de sorprender con un concepto demasiado enraizado en el inconsciente colectivo. Mientras que el de Roberts es un reflejo mejorado de si misma (sin arrugas, flaccidez y demás) y está tan escondido que sólo se accede a él llegando a una cabaña perdida en medio de un lago zen (si, es difícil de describir si no se ha visto la película), el de Theron parece una pieza de orfebrería gigante hecha por los elfos de Rivendel que, al “despertar”, muta en un inquietante hombre encapuchado sin rostro cual cyborb salido de Terminator 2.




La manzana envenenada

Sin spoilear demasiado, de la cinta de Tarsem Singh sólo se puede añadir que la fruta del pecado aparece metida con calzador y cuando menos se la espera. Aunque la escena está bien resuelta, no está todo lo mordida que cabría esperar.
En su versión gótica hay que admitir que la han aprovechado la rojísima manzana para realizar una de las mejores escenas de la película, acertando de pleno con el personaje que “la regala”. Y hasta ahí puedo escribir…




El pueblo oprimido
Esos dos pueblos tiranizados, uno más de cuento (Mirror, Mirror) y otro sacado de un capítulo de Juego de tronos (por momentos parece que, en lugar de “Ravenna”, alguien va a pronunciar “Cersei Lannister”) pretenden imprimirle la dosis justa de conciencia social al relato. Y es que los tiempos cambian y Blancanieves no es sólo guapa y con un corazón que no le cabe en el pecho: también es solidaria. Por eso no le vale con salvar su propio pellejo, sino que pretende salvar el de todos.
Aunque ninguna adaptación explota demasiado esta faceta, en la peli de Stewart, Hemsworth & Co han añadido un espeluznante y vampírico miedo palaciego extra que hace más interesante la trama.




Los incautos animalillos del bosque

Es de todos conocido que la chica con la piel mas blanca que la nieve, los labios más rojos que el rubí y el pelo más negro que el ébano tiene un corazón y un espíritu tan puros que es capaz de lograr que los animalillos del bosque la cuiden, la protejan, la abriguen cuando hace frio o, incluso, se autoinmolen por salvar su paliducho pellejo. Y sí, Lilly Collins tiene amigos alados que la visitan por las mañanas (en la duda queda si también la ayudan a vestirse) y todas las criaturas (humanas o no) con las que se cruza parecen adorarla, pero es que en la versión cazadoril algunos inocentes animalillos hacen imperdonables sacrificios que van de lo triste a lo ridículo por aquello de que la chica es “la elegida”. Nunca llegamos a entender qué tiene ella que no tenga otr@, pero es que la sombra de Matrix es más larga que la del propio castillo…




El real y muy radical tratamiento de belleza
Radicales sí, y reales también, pero muy distintos. Mientras que la cura de juventud de Roberts cae en el mal gusto y la escatología, buscando sonrisas donde solo hay vergüenza ajena y muecas de asquito, Theron se saca de la manga un baño cleopatril en lo que parece la leche de algún animal que no queremos ni imaginar, pero que dota de un inesperado erotismo de anuncio de perfumes a la cinta. Será que la rubísima fue chica Martini y algo queda…




El beso rompe-hechizos
Pierde bastante garra que la pobre Lilly Collins le eche azúcar al asunto y se fabrique un gloss a base de fresas silvestres para hacer más llevadera la tarea de besar al tipo más mendrugo y patético del mundo, pero es que el príncipe está demasiado encantado por ciertas malas artes y parece que no queda más remedio que dejar el romanticismo de lado.
Por otra parte, Stewart, acostumbrada a los tríos, recibe más de un beso, porque para algo ella es “la elegida”. El primero la deja igual de fría (y no nos extraña). El segundo, sin embargo, no sólo le devuelve la vida, sino que le regala unas cuantas, tal Cat Woman. Y es que como alguien dijo por ahí, recibir un beso de Thor debe ser como chutarse una dosis extra de red bull en vena…
(Sí, esta foto no corresponde a ninguno de los besos oficiales, pero no quería spoilearlo)



¿Resultado final? Mirror, Mirror gana el duelo con un trabajo digno aunque no brillante. Y es que hay demasiadas cosas que chirrían en Blancanieves y la leyenda del cazador por mucho que prefiramos una adaptación gótica y oscura. Una pena…

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